La imagen de nuestra época

Historia y fotografía. El siglo XX en imágenes.

"Podemos taparnos los oidos durante
la tormenta, y los rayos continuarán sonando. O cerrar los ojos ante la crueldad de la guerra, y las bombas seguiran cayendo. O contener la respiración para evitar la pestilencia de los cadáveres descomponiendose, pero seguiremos oliendo a culpabilidad. La ignorancia no nos exculpa". M.P.

martes, 27 de diciembre de 2011

Hoy comentamos. La foto de la semana.

Foto anónima de la I Guerra Mundial

EL HORROR DE LAS TRINCHERAS
"Fuera, con los pies inmediatamente enterrados, sacudo trozos de barro glacial que me pesan en las manos... Retomo mi marcha, las piernas abiertas, atravesando la tierra blanda de los desprendimientos, sondeando prudentemente el fango que tapa los hoyos. Y pese a todo, a veces, el sitio hacia el que he lanzado mi impulso se hunde, el barro aspira mi pierna, la agarra, la paraliza; debo hacer un gran esfuerzo para liberarla. Del fondo del agujero que se ha llenado enseguida de agua, mi pie saca un lío de cables en el que reconozco la línea telefónica. Justamente ahí aparece el telefonista encargado de reparar las líneas; trae la cara contraída por las agujas heladas de la lluvia: "¡Vaya desbarajuste! ¡No se ha conservado nada ahí dentro! ¡Sólo hay barro y cadáveres!". Sí, cadáveres. Los muertos en los combates de otoño, que habían sido enterrados someramente en el parapeto, aparecen a trozos en los desprendimientos de tierra"
Paul Tuffrau
Carnets d'un combattant 
      
         El empleo de sustancias tóxicas en la guerra había sido prohibido por la Conferencia de la Haya en 1899, sin embargo, cuando los frentes se estabilizaron, los alemanes, que tenían una industria química muy desarrollada, pensaron en este tipo de armas como una solución para acabar con la guerra de trincheras.
         A las 4 de la tarde del 22 de abril de 1915 en el frente de Ypres en Bélgica, aprovechando el viento favorable, los alemanes abrieron botellas de cloro y una nube tóxico se dirigió hacia las líneas francesas. La sorpresa y el pánico fueron totales. Tras sucesivos ataques, los alemanes consiguieron en unos días avanzar 16 kilómetros.
       Unos 250.000 soldados aliados y alemanes resultaron muertos o heridos aquel otoño en la batalla de Ypres, que duró un mes. “Nunca se había derramado tanta sangre en tan pequeña área”, escribió desde el frente un observador. Después de aquello, la Primera Guerra Mundial se estancó. Los contrincantes se ocultaron en heladas trincheras desde el canal de la Mancha hasta Suiza.

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